¡Hola, queridos INVENCIBLES! Aprovecho un momento para hacer memoria de nuestro Encuentro mensual en este magnífico mes de mayo de 2023.
En los viajes (y todos los caminos lo son), de vez en cuando se hacen paradas o descansos y eso es lo que nos tocó esta vez: Atendiendo a las voces de algunos hermanos viajeros, nos detuvimos un poco para mirar cómo están nuestros pies, quitar las piedrecitas que se nos meten en el calzado, alimentarnos, recargar baterías y mirar en torno y a lo lejos. ¿Por qué digo digo esto? Sencillo: caminar solo es muy diferente a hacerlo acompañado, y a veces nos olvidamos de que caminamos con otras personas.
Cada quien tiene una experiencia de su andadura personal en la ruta de la vida o de un viaje a algún sitio. Del mismo modo, quien ha hecho alguna vez el camino habrá sacado sus aprendizajes particulares. En mi caso, me he dado cuenta de que hay “trucos” para hacer más llevadero el esfuerzo. Uno de ellos es que (sobre todo en las subidas) a veces hay que mirar al suelo y contar pequeños pasos sin mirar delante ni detrás, solo a los pies que se mueven uno tras el otro para no agobiarse. Sin embargo, si solo hacemos eso, nos perdemos muchas otras cosas importantes, de hecho incluso podemos llegar a perdernos por no levantar la vista y no ver las indicaciones, o dejar de ver la belleza de un paisaje o descuidar la necesidad de alguien que ha quedado atrás o ha tenido algún percance.
Por eso, lo nuestro tiene que ver con el lema de los marines: «Nadie puede quedar fuera ni lejos; si empezamos juntos, terminaremos juntos». Las voces de algunas familias nos decían que era momento de pararse un momento al borde de la carretera y recapitular, tomar aire, compartir pensamientos e ideas, expresar lo que cada uno siente y tratar de retomar la andadura sabiendo a dónde vamos y cómo hacerlo siendo parte activa de Familias Invencibles. Para ello, este mes nos apartamos un poco de lo que hemos venido haciendo en medio de la actividad en parroquias, principalmente en las de nuestro querido P. Santi. Hemos querido mirar un poco hacia nuestro propio interior y ver introspectivamente nuestras fortalezas y miserias, si estamos haciendo bien las cosas o no, si tenemos herramientas o si son efectivas para fortalecer las familias y su dimensión cristiana, si nuestra labor es acertada, si somos sembradores, semilla o tierra adecuada para hacer crecer la fe en nosotros mismos, en NUESTROS HIJOS o en las personas que tratamos de acompañar.
Así que, en un lugar estupendo de los montes de Poio, en una zona recreativa cerca del bosque de sequoias, nos dispusimos a tener día de descanso y recuperación de fuerzas físicas y espirituales. Nada mejor que empezar con una oración acompañados de María y rezando un rosario guiado a lo largo de cada decena por las diferentes familias. Es curioso como últimamente nos acercamos, casi sin pretenderlo, a la figura de nuestra madre del cielo y ella es la que nos acompaña como hizo siempre con Jesús en su vida, en su muerte, y tras la resurrección. De hecho es María la que también fortaleció y congregó a su alrededor a la Iglesia primitiva, un grupo de apóstoles y discípulos llenos de temores y sin rumbo claro, estaban con ella porque era la que tenía Fe de la buena, de esa que no necesita preguntarse nada porque se confía en la voluntad de Dios sea la que sea, incluso aunque crucifiquen a su hijo, ella era la única que creyó en la resurrección del Señor. Con semejante apoyo, sintiéndonos como pollitos, nos acogemos a su protección y le entregamos a la reina de las familias las nuestras, para que nos acompañe y nos ayude en nuestra misión aunque a veces ni el terreno ni la dirección que transitamos parezcan sólidos. Confío en que Ella nos llevará en sus brazos y de la mano del Espíritu Santo, como en Caná o en Pentecostés. Nos confiamos porque con su dulzura y sin ni siquiera pedirlo, expone nuestras necesidades al Señor y Él se encarga.
Tras la oración nos pusimos en modo “fiesta” y comimos muy cristianamente “como curas” con un menú apto para excursión campestre lleno de cosas tipo Arguiñano, ricas, ricas, ricas. Después del almuerzo hubo “concilio familiar” y compartimos temas, opiniones, quejas, etc. Algunas conclusiones: Tal vez debamos fortalecer los vínculos y apostar por reforzar las casas de oración entre familias. Lo más importante quizás, es que se hicieron compromisos personales de todos, para jóvenes y otros algo menos. Nadie se puede hacer el despistado respecto de ellos porque hubo al menos dos notarias que apuntaron por escrito todo, toditooooo.
Concluida la parte formal de la asamblea, volvimos al lado salvaje y divertido de la vida y nuestra siempre inquieta Marga, nos propuso a participar en varios juegos muy entretenidos que. aprovechando el entorno de naturaleza donde estábamos, nos hizo pasar unos momentos de risas, y misiones extrañas como capturar nubes, hacer búsquedas locas o saltar gomas con gran riesgo físico para los arriesgados participantes… En resumen, día completo y muy memorable, que trataremos de repetir e intercarlar en medio de las etapas del camino que Dios ha pensado para nuestras vidas como parte de FFII.
José Antonio de Ingrid